Por: Marco Bonifacio – Director El Capo de la Noticia
Secundados por la ambición política y traicionando al pueblo que los eligió, los impresentables padres de la patria, aprobaron el pasado miércoles 05 de marzo la reforma constitucional de nuestra Carta Magna para retornar a la bicameralidad, pese a que la población en referéndum del 2018 rechazó por amplia mayoría la conformación de un Poder Legislativo con dos cámaras: una de senadores y otra de diputados.
Pero a este miserable parlamento le ha valido un rábano y dos cominos. Nuestros ‘ilustres’ congresistas persisten en su afán golpista y siguen burlándose de quienes los eligieron para que los representen con decoro y respeto. Muchos de ellos -por no decir que todos- tienen la esperanza de volver a repetir el plato, pues el regreso a la bicameralidad implica -dentro de los más de 50 artículos que serán modificados en la constitución- que podrán reelegirse y, seguramente, a muchos de estos ‘buenos para nada’ los veremos en las calles pidiendo el voto de la población en las próximas elecciones generales.
Lo grave del asunto es que dicha reforma no puede ser observada por el Poder Ejecutivo, conforme al Art. 206 de la Constitución Política del Perú. Es decir, estamos jodidos, pues aplicará para las próximas elecciones.
Este acontecimiento, desnuda una vez más al puñado de zánganos que desde sus curules hacen leyes a su antojo y conveniencia, mientras que nuestra Patria se desangra por dentro, sometida en la necesidad y la desesperanza, la pobreza y el abandono, la delincuencia y la inseguridad, la desnutrición y el desempleo, sin poder acceder a servicios básicos de saneamiento, con servicios de salud y educación bastante precarios, y una clase política que da asco y repugnancia.
La cloaca congresal y lobista se aferra con uñas y dientes a sus escaños. No quieren dejar la mamadera. Les ha gustado cobrar jugosos sueldos, hacer lobbys, venderse al mejor postor, defender los intereses oscuros de unos cuantos y seguir rasgándole la panza a todos los peruanos. Con nuestra plata que se dan la gran vida de ricos y dicen que trabajan, cuando solo obedecen consignas partidarias, de esos grupos políticos que ya fueron gobierno y lo vendieron a nuestra patria a precio de huevo.
Pero, ¿tendríamos que resignarnos a seguir manteniendo a esta caterva de parásitos? Las calles y el pueblo tienen la última palabra.
